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Sobre la mezquita del alcázar nasir – el alcázar
mayor musulmán - hizo construir Alfonso X, el Sabio, el primer templo cristiano de la ciudad de
Murcia, entregado
por Jaime I a la Orden del Temple en 1266 tras ser sofocada la primera revuelta
de los mudéjares murcianos.
Se le dio la advocación de Santa María la
Real de Gracia,
la misma que un siglo antes ya habían dedicado los templarios a otras
fortificaciones del noreste de la península. El propio rey Alfonso X dejó escrito en su testamento
“que el nuestro cuerpo sea enterrado en
nuestro monasterio de Santa María la Real de Murcia, que es cabeza de este reino.”
Los templarios instalaron en parte de
estas dependencias un hospital que luego continuaron otras órdenes, y con este
fin se utilizó en la ciudad hasta bien entrado en siglo XX.
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Otra donación de Alfonso X a la Orden del
Temple fue el solar donde hoy se encuentra la iglesia de Santa Catalina.
Los templarios comenzaron a
edificar allí una iglesia, aunque no bajo su advocación actual (Santa Catalina
ni siquiera había nacido entonces). Los historiadores afirman que, con la
seguridad que proporcionaba estar protegidos por los templarios, a la puerta de
esta iglesia comenzaron luego a celebrarse juicios, reuniones municipales,
mercados, autos de fe, ferias,… Este carácter popular se mantiene en el entorno
de la Plaza de Santa Catalina a día de hoy.
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Establecidos los mudéjares en la arrixaca,
es decir en el arrabal de la ciudad, expulsados de la
medina donde vivían ahora los cristianos, el rey Jaime I, con el beneplácito de
su yerno, el rey Alfonso X, hizo también
donación a la Orden del Temple de algunas casas, huerta y algorfa (almacén de
grano).
Los templarios explotaron mediante alquileres las casas y plantaron
cereales en las tierras, siendo la producción suficiente para que la algorfa
estuviera siempre llena. Administraron estas posesiones hasta que Alfonso se
las cambió por otras que algunos estudiosos localizan en la pedanía de El
Esparragal de Puerto Lumbreras.
Sí que mantuvieron los templarios las casas de su propiedad en el actual
centro de la ciudad de Murcia, cerca de donde se encuentra el actual monasterio de Santa Clara, edificado sobre el alcázar seguir, (el
palacio de recreo que habitaron los últimos reyes musulmanes de Murcia).











